domingo, 2 de mayo de 2010

Beatriz Montoya

Su nombre es Beatriz Montoya y es una niña nueva que fue hoy al colegio. Su familia es nueva en la ciudad, su padre es vendedor y lo han transferido desde un lugar que no conozco. La han puesto en mi salón y no huele como las otras chicas. Debo admitir que me causa cierta intriga pero yo no le puedo hablar pues esta de más decir que las niñas tienen piojos y yo no quiero que se me peguen los piojos.

En los recreos me le quedo mirando y ella me mira y se ríe, me gustaría saber de que coño se ríe tanto, porque me pone de mal humor que se rían de mi sin saber porque.

Hoy fue el paseo y Beatriz se quiso sentar conmigo pero yo ni loco aceptaba no señor tiene piojos y luego se me pasan no señor, tuve que decirle amablemente que se vaya bien lejos por el bien de ambos pero creo que lo mal interpreto y la profesora me metió un grito de los mil diablos. La vieja cornuda esta me obligo a pedirle disculpas e invitarla a que se siente conmigo. Se pasó el condenado paseo espiándome, no me dejaba respirar ni un minuto. Trate de no hacerle mucho caso y divertirme con mis amigos jugando fútbol en las canchas del club El Bosque.

Esta tarde es la fiesta de Pablito, su mama ha invitado a todo el salón a tomar el lonche en su casa. Mi hermana me ha vestido como no me gusta, como detesto las camisas y aun mas detesto que me ponga goma en el pelo se pone todo tieso y creo que da mucha risa porque cuando llegue a casa de Pablito Beatriz y sus amigas se reían de mi y se hablaban en la oreja como para que no pudiera escuchar. Al momento de jugar trate a toda costa que alguien la golpeara, pero como mi plan no daba resultado tuve que ejecutarlo yo mismo.
Hicimos un juego tonto que teníamos que pasarnos la pelota en circulo mientras que la música sonaba y cuando se detenía el que se quedaba con la pelota perdía, así que aproveche cuando me dieron la pelota y se la tire con todas mis fuerzas, para mala suerte no le cayó a ella, sino a luchito el abusivo y se me tiro encima así que termine con un ojo morado maldita sea.




Se llama Beatriz Montoya y en estos días le agradezco a mi querido colegio Champagnat por hacerse mixto.
Ella entro al colegio en 3ro de primaria y han pasado 7 largos años. Desde entonces, he dejado de pensar que las chicas tienen piojos, pero aun me preocupa que se rían de mí.

El domingo por la tarde la invite a comer un helado en la esquina de D’nofrio por el parque Kennedy en Miraflores. Se hizo la difícil conmigo pero a mi nadie me dice que no, no señor no he ahorrado mis propinas para que me diga que no, si me decía que no mañana mismo me iba al hipódromo con mi tío Hugo, el si sabe divertirse.

Pase por su casa a las tres en punto. Felizmente vivía en la cuadra dos de la avenida Pardo, porque si vivía lejos no iba, no señor, que ella venga sola yo detesto caminar tanto. Tuve que saludar a su mama y a su papa, porque con las fotos que nos tomaron cualquiera pensaba que nos íbamos a casar pero no señor yo no me caso yo quiero ser futbolista y el fútbol y las mujeres no van de la mano nicagando.

Llegamos a la heladería y pedimos a la carta, coño ¡hombre como come esta chica!, come como si no hubiera un mañana que vivir, no perdona una sola. Felizmente se hizo tarde porque sino me iba a dejar en la quiebra y ya no me alcanzaba para mis figuritas del mundial, no señor. El gordo De las casas ya casi llena su álbum mientras que a mi me faltan aun muchas.

De regreso a su casa me tomo de la mano y pensé que estaba asustada porque era mujer y a las mujeres les da miedo todo, así que tuve que estar de la mano con ella hasta que finalmente llegamos a la puerta de su casa y me dio un largo beso en la mejilla que sin lugar a dudas es fuera de serie hombre.

Ya que ningún taxi me quería cobrar 3 soles hasta el malecón me tuve que regresar pateando latas porque sino no hay figuritas y me iba a poner de malas.





Se llama Beatriz Montoya y hace un par de años que salimos cada domingo a tomar un helado, felizmente ya me las puedo arreglar entre mi mal sueldo de aprendiz de periodista, que en realidad no me pagaban ni un puto sol, lo único que me daban eran cupones de descuento y un almuerzo de calidad semejante al de prisión.

Papa esta de viaje y mama se ha ido al club, he sacado el auto para impresionar a Beatriz. La lleve a dar una vuelta por Miraflores y terminamos en la tiendecita blanca tomando un café con pastel. La pasábamos muy bien hasta que de regreso un policía nos detuvo, creo que me veo aun muy joven ya que para mi mala suerte, no me crece la barba. Gracias a dios que en Perú se puede coimear al 80% de los policías de transito.





Se llama Beatriz Montoya y en un par de semanas nos vamos a casar, creo que nunca en mi vida he tenido piojos.

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